En octubre de 1973 apareció de forma casual una escultura en forma de toro de “Arte ibérico” cerca del pueblo, en la zona conocida como Pozo de Riaza.

El descubrimiento de esta pieza arqueológica se debió a tres labradores, que realizaban un fondeo en su finca.

El raro ejemplar esta realizado en piedra blanca, de grano fino, fácil de labrar, conocida con el nombre de “sepia”, y mide aproximadamente metro y cuarto de largo por unos 90 cm de alto, incluido el basamento. Aparece echado sobre sus cuatro patas, con la cola arqueada y pegada sobre el lomo.

Fue donado al Museo Arqueológico de Córdoba, donde se encuentra actualmente.